In memoriam: George Romero

Como un pequeño homenaje de Comikaze, tu revista sobre cómics, al gran George Romero, fallecido hoy a causa de cáncer de pulmón, rescatamos este interesante texto de Mauricio Matamoros, actual editor de DC y Vertigo para Editorial Televisa/TBG, publicado originalmente en las páginas de Comikaze #3 (noviembre de 2008). Descanse en paz.

 

Death of the Death

Antes de Deadworld. Antes de The Walking Dead. Y por supuesto, antes de Marvel Zombies, estuvieron los muertos de George Romero.

Romero era un niño que leía cómics de horror y que entonces decidió que ese sería su camino. No precisamente escribir o dibujar cómics de horror, pero sí construir historias inolvidables en el cine a partir de aquella influencia, con lo cual logró trastocar la misma historia de la pantalla grande y de la cultura pop.

De hecho, a finales de los años 70 del siglo pasado, en cofradía con otro niño terrible que gustaba de contar también historias de horror y que igualmente creció leyendo las mismas historietas, Stephen King, Romero intentó llevar a cabo una adaptación de la famosa novela Salem’s Lot (obra de King que terminaría realizando de forma extraordinaria Tobe Hooper, director de The Texas Chainsaw Massacre).

Entonces Romero comenzó a trabajar un proyecto cinematográfico en el cual la idea sería reverenciar las historias construidas por artistas como Al Feldstein, Graham Ingels y Jack Davis en la historieta clásica Tales from The Crypt.

 

El proyecto tardó algunos años en concretarse, pero finalmente pudo verse en 1982 con el nombre de Creepshow, un filme ya clásico en el que cinco historias funcionan como vehículo para los efectos especiales de Tom Savini, así como para homenajear y reproducir los engranajes dramáticos de aquellos influyentes cómics de horror. Hay que mencionar, incluso, que de esta película se realizó una adaptación en cómic, cuyas ilustraciones corrieron a cargo del maestro Bernie Wrightson, ni más ni menos.

Desde aquellos años, la obra de Romero ha influido notablemente al cómic de horror estadounidense. Ya desde principios de los 90, la extinta editorial Fantaco presentó una adaptación de Night of the Living Dead (el clásico de Romero que en 2008 año cumplió su 40 aniversario) con ilustraciones de Carlos Kastro. Esta adaptación originalmente iba a ser realizada por Steve Bissete, quien años antes había hecho lo propio revolucionando este género de la historieta al ilustrar (al lado de John Tottleben) la corrida de Alan Moore en Swamp Thing; pero por alguna razón desconocida no concretó su participación en el proyecto.

 

Fantaco también se aventuró a ofrecer un futuro posible y muy interesante al universo de los muertos vivos con Night of the Living Dead London, en la que la permanencia de la corona real parece depender únicamente de la reproducción con cadáveres. Esta historia de necrofilia, crítica política y social, en la que Kastro repite en las ilustraciones, fue obra del maestro Clive Barker y de Steve Niles.

Por cierto, Niles repitió con Romero en 2004, al realizar una adaptación de Dawn of the Dead (el segundo capítulo fílmico de los muertos de Romero), dibujada por Chee, pero ahora para el sello IDW, editorial que también llevó a cabo adaptaciones de Land of the Dead, también de Romero; la exitosa parodia de Edgar Wright, Shaun of the Dead, además de la publicación de otras historias de muertos vivientes, como la popular Zombies Vs. Robots, de Ashley Wood.

Es precisamente en este momento que DC Comics decidió poner su trocito de encéfalo. Bajo el título de Toe Tags (referencia a las etiquetas que se colocan a los cadáveres en la morgue), el editor Bob Shreck buscaba iniciar un proyecto en el que se involucrara a lo más sobresaliente del cine y la literatura de horror. Entre los autores que se mencionaron para comenzar la línea estaban Wes Craven, Stephen King y George Romero, siendo este último el único que realmente se involucraría con el proyecto.

 

Cuando el realizador de la saga zombie más exitosa del cine recibió la llamada en la que le proponían trabajar una historia para cómic, dijo que sí inmediatamente, sin pensar incluso en qué es lo que iba a escribir. Y entonces, tras algún diálogo editorial, para su primera incursión en el guionismo de historieta, Romero decidió continuar explorando las posibilidades que ofrecen los cadáveres caminantes. Los alcances infinitos del medio le permitirían, a través de la tinta, utilizar grandes presupuestos (contrario a sus reducidos capitales cinematográficos) e incluso hacer uso de ciertos elementos cuasi superheroicos.

Death of the Death (La muerte de la muerte) fue el título emblemático que el autor eligió para esta obra compuesta por seis números con portadas del maestro Bernie Wrightson. Romero ha explicado que esta historia, distinta a la de su saga fílmica, le permite utilizar una mayor cantidad de elementos visuales y explotar situaciones que difícilmente alcanzaría con sus bajos presupuestos fílmicos. Se trata de un mundo distinto al de su universo cinematográfico, algo así como una especie de Tierra 2 en la que incluso ciertas libertades aún más increíbles parecen compartir vasos comunicantes con los superhéroes. Por lo mismo, de cierta forma Death of the Death se aleja de las metáforas y críticas sociales de las que gusta el cineasta… aunque sin dejar indiferentes a todos los lectores.

 

Death of the Death se encuentra plagada de panorámicas de la hecatombe, donde el apocalipsis zombie es totalmente visible. Es así como inicia la historia: Una joven mujer escapa entre cadáveres que la asedian y que caen bajo el fuego de su arma. Como es de imaginarse, la población zombie es mucho mayor a la viva. Sin embargo, entre tanta carne muerta surge un brazo que dispara en su ayuda: se trata de Damien, quien alguna vez fue su interés amoroso y ahora es una especie de soldado invencible, rescatado de la muerte por un científico amigo.

Por su parte, Rasputin y Attila (de uno nos enteramos que no es más que un usurpador, mientras que del otro nunca sabemos si se trata del verdadero) van al frente de la avanzada de podredumbre; arrasan con ciudades y a cada paso suman nuevos adeptos, obviamente. El choque entre ambos bandos será el futuro de la civilización.

El origen del conflicto en esta historia surge de una empresa amoral como la tristemente célebre Enron (de hecho, en el cómic de Romero es llamada Entron, la cual queda en manos de un demente tras la muerte de su presidente, un tal Bush), en la cual se han reunido los individuos sin principios necesarios para hacer de la humanidad su carne de cañón. Es justo por ese lado que encontramos la crítica figurada del autor.

Y con Damien encontramos a un antihéroe peculiar, perteneciente a la naturaleza enemiga aunque comprometido con su primera causa. Es a través de este personaje que Romero ofrece su mayor ruptura argumental, pues en la mutación resultante del cuerpo muerto con la conciencia de la vida pasada es que parece plantear, finalmente, la sobrevivencia y la única solución.

No obstante, Romero se nota un poco frío aún en el medio, y entre cortes abruptos de situaciones y momentos (en los que en ocasiones no ayudan el dibujo de Tommy Castillo y Rodney Ramos que, aunque efectivo, no resulta tan elocuente como las imágenes logradas en cine).

Seguramente si Richard Corben hubiese seguido en el proyecto, como inicialmente se anunció, no habría queja alguna), la historia no parece cuajar del todo. A pesar de ello, Romero ha dado el paso y podemos suponer que la posible continuación del autor en el medio del cómic será mucho más afortunada.

 

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