Una entrevista existencial con Buba

Por Eduardo Arredondo. Publicado originalmente en Comikaze #18 (noviembre de 2012).

 

Recuerdo la primera vez que vi a la pequeña de grandes y tiernos ojos negros, coronados por una cabellera corta y oscura como su forma de ver la vida. La conocí un domingo del siglo pasado, en un puesto de revistas sobre Eje Central, al comprar La Jornada, que cada semana publicaba el suplemento Histerietas. La joven filósofa no tardó en robarme el corazón con sus reflexiones sobre la muerte, la vida, Dios, el amor y otros temas. Con el alma de quien ha caminado desde hace mucho tiempo por estas tierras, y dueña de un particular humor ácido, Buba es toda una leyenda de la historieta nacional.

Buba, es un placer platicar contigo. ¿Cómo siente una niña de diez años ser uno de los personajes más icónicos del underground mexicano?
Aclaro que tengo siete años de edad, y no es que sea como la mayoría de las mujeres, que se quitan años a la primera cana, arruga o nalga con celulitis, pero me gustaría dejar muy en claro que lo único que envejece en mí, es el alma. Además, el siete es un número sagrado que representa la espiritualidad, la conciencia y la sabiduría. Por eso es tan importante haber sido creada con esta edad precisa (Buba se lleva la mano a la barbilla, y tras reflexionar por un momento, continúa). Me gusta ser un personaje subterráneo, no me interesa la popularidad o la fama. disfruto de los públicos selectos porque con las multitudes nada más me engento. Dicen las malas lenguas, y las lenguas viperinas llevan siempre algo de razón, que tengo algo de sociópata. No sé si llego a tanto, pero la verdad es que coincido con el dicho que afirma que “de lo bueno, poco”.

 

¿Es cierto que la verdadera mente que te creó fue Ceci, hermana menor de Pepe Quintero, y que éste te pirateó en un momento de desesperación?

Nací de un autorretrato de Ceci y durante algunos meses viví como una niña sieteañera, con aventuras ingenuas y divertidas. De hecho creo que fue el único momento en que experimenté la felicidad. Luego fui dibujada por Quintero, que me llenó de ideas extrañas y sentimientos lúgubres que fueron marchitando, con cada publicación, mi espíritu infantil. Desde entonces me volví triste y melancólica; condicionada a decir cosas “inteligentes” y a hablar en metáforas acerca de temas dizque trascendentales, en vez de jugar con mis muñecas, como solía hacerlo con Ceci. Y lo peor es que con el paso del tiempo le fui agarrando el gusto. 

Soy un ejemplo vivo del abuso infantil, dice Buba, quien abandona su pose reflexiva y toma un nopal con espinas para, serenamente, golpearse la espalda en repetidas veces, produciendo un sonoro “chacualeo”.

 

 

¿Qué experiencia te ha dejado aparecer en publicaciones como La Jornada, La Mosca en la pared, Gallito Cómix, MAD, algunos fanzines e incluso en tus propios libros?

Cada publicación es un foto en el que puedo declamar mis versos o expresar mis ideas de cara a la gente. Cada uno es diferente y el público reacciona de distinta forma. El suplemento Histerietas fue de La Jornada, por ejemplo, era el equivalente a una casa de cultura; La Mosca era como un hoyo funky; El Gallito, una asamblea popular revolucionaria, y MAD México era como un manicomio. A pesar de que cada perfil de lector era distinto, nunca he tenido que adecuar mi discurso para agradar a estos o a aquello; siempre digo lo que sale de mi pecho sufridor de manera espontánea. Creo que eso es lo que más valora la gente: mi sinceridad. Dicen que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, y con más razón en mi caso, pues soy aficionada a toda clase de bebidas embriagantes, apunta Buba, que reafirma lo anterior mientras se sirve medio vaso de vodka Stolichnaya. Antes se había servido un vasito de mezcal, lo que confirma los rumores de que es poco ortodoxa en el beber, o lo que es lo mismo, le encanta mezclar.

 

No es ningún secreto que tus cómplices en cada viñeta son del tipo existencial, como Diosito y Nietzche o conceptos como la política, la soledad, el alma, el miedo, el infinito, el amor y el desamor. ¿Sobre qué tema disfrutas más hablar y por qué?

Como decía antes, yo hubiera preferido hablar de cosas relativas a mi edad, pero después de haber mordido de la conocimiento (en realidad me forzaron a comerla en papilla Gerber), le he agarrado el gusto a los temas de la humanidad. 

Creo que a esta vida hemos venido a filosofar, y por distraernos buscando el éxito económico y social, la fama y los “likes” en Facebook, hemos descuidado el arte de interrogar al éter aún sin obtener respuesta. Quizás suene un poco extraño lo que voy a decir, pero una de las cosas que más disfruto hacer es pensar, sostiene Buba, quien ahora adopta una pose similar a El Pensador de Rodin y aparenta estar absorta en sus pensamientos, aunque la sorprendo mirándome de reojo en un par de ocasiones.

 

 

En Momentos inolvidables en la vida y Deportes extremos favoritos de Buba Comix, percibimos la sutileza de tus versos plagados de una ingeniosa sátira y humor negro, que de forma irónica nos transmiten tu visión pesimista y sarcástica del mundo, pero siempre de manera divertida. ¿Cómo equilibrar el humor y la metafísica?

El conocimiento es a menudo una gran fuente de angustia, de vértigo ante lo desconocido. Es ahí donde el humor cobra importancia porque ayuda a no tomarnos las cosas tan a pecho. Cuando noto que me estoy clavando en la textura del universo y me empiezo a poner seria, sé que es tiempo de practicar alguno de mis deportes extremos, como matar un elefante a nalgadas o sacarle a Diosito el queso de las patas, con el fin de desintoxicarme de filosofía, como bien dijo el poeta Joaquín Sabines (¿o fue caso el cantautor Jaime Sabina?… en fin, da igual).

 

¿Qué es lo más difícil que has tenido que enfrentar siendo un personaje femenino y además un producto subterráneo?

Ser niña no me ha afectado en lo absoluto. De hecho, muchos lectores distraídos piensan que soy un niño con cabello largo (¿no me verán los aretes? digo yo). Así que no me puedo quejar de ningún tipo de discriminación de género. Eso lo dejo para las viejas argüenderas.

Cuando te asumes como un personaje underground, sabes que todo va a ser cuesta arriba, así que lo más difícil es lidiar con una misma, con mi propio camino y con la hueva de mi autor.

En cada una de tus aventuras podemos apreciar un lenguaje un tanto pesimista, pero con una rima de exquisita sutileza que retrata todo tipo de temas existenciales. ¿Consideras que esto te vuelve una buena influencia para quienes buscan el significado de la vida?

No es mi intención influir en mis lectores para bien ni para mal. Lo mío es nomás declamar versos con “feeling” y pasión chilanga; pero responderé a tu pregunta diciendo que, si luego de leer mis cómix un lector es “linkeado” hacia la literatura de Nietzche, entonces soy una buena influencia. La mala influencia sería en todo caso la del propio Nietzche, pues como todos sabemos, acabó loco, abrazado a un cuaco y llorando a moco tendido en una calle de Turín. Pésimo ejemplo el de este superhombre. 

 

Durante estos más de 25 años cosechando éxitos, ¿cuál es tu anécdota más representativa o tu mayor logro?

Me gusta mucho que me utilicen como motivo para hacerse un tatuaje. Que me lleven, literalmente, en la piel. Por ahí me verás estampado en las caderas, antebrazos, hombros, piernas y pechugas de un número creciente de lectores que me incorporan a su ser de esa manera. Ése es uno de los mayores halagos que han hecho a mi pequeño gran ego.

Ya que eres una niña con gustos de adulto, ¿con qué personajes te gustaría echarte unos tequilas?

En mi mundo paralelo he tenido el placer de embriagarme con distinguidos borrachos como Kurt Cobain, Nietzche y Daniel Santos, con quienes he polemizado, cantado en esperanto y debatido ideas al grito de “estamos chupando tranquilos”. Me gustaría echar el brindis del bohemio con Richard Dawkins y Alejandro Jodorowsky; en primer lugar por la elocuente lucidez de ambos y en segundo porque ya me cansé de emborracharme con pura gente muerta.

 

 

¿Cuál es tu visión actual del medio historietístico mexicano? ¿Has pensado en entrarle al medio de la animación?

Me llevo muy bien con todos los personajes mexicanos. Ellos respetan mi retícula aúrea y yo no me meto con sus didascalias. Pero hace mucho que no leo historieta, estoy demasiado ocupada con mis monólogos subterráneos y mis día-locos nietzcheanos, por lo que no tengo tiempo para leer el trabajo de los colegas. En cuanto a la animación, me anima mucho la idea de protagonizar cápsulas o cortometrajes, pero aún no termino de animarme.

¿Qué le depara el futuro a nuestra filósofa contemporánea favorita?

Esa es una pregunta que deberá responder el huevón de mi cocreador. Él jura y perjura que tiene ideas, protectos y algunas propuestas serias para traerme de nuevo al mundo de los vivos, pero la verdad es que no no veno nada claro. Será que soy pesimista, declara, mientras vuelve a llenar su vaso con Jerez 3 Coronas, se lo bebe de un trago y sus ojos, ya sin brillo, parecen humedecerse.

El tiempo pasa rápido cuando se tiene una plática amena. Ha sido un placer, Buba, pero antes de despedirnos, manda un saludo, como sólo tú sabes, a los lectores de Comikaze.

¡Donde nos veamos, así nos saludamos! exclama Buba, quien con un movimiento solemne y majestuoso, levanta su puño cerrado, lo gira y suavemente con la palma hacia su rostro y súbitamente levanta el dedo medio.

Author: Eduardo Arredondo

De carácter complejo, pero bueno en el fondo, es lector de “cuentitos” desde antes de aprender a leer, un eterno enamorado del noveno arte en todas sus formas, así como un incansable promotor del mismo. Ha dado charlas sobre juguetes, coleccionables y cómics en escuelas, convenciones y alguno que otro evento. Confía más en los perros que en las personas.

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