Harvey Pekar: Una historia simple

Por David Enrique Sánchez Reyes. Publicado originalmente en Comikaze #13 (junio de 2011).

 

Una vez estaba leyendo el segundo número de American Splendor, cuando llegó un amigo a preguntarme qué era eso. Como no tengo muchos conocidos que lean cómics, y los pocos que sí lo hacen no leen a Harvey Pekar, quise responderle de manera que sonara interesante. Obviamente, esto no pasó, porque en la historia en cuestión, titulada The Harvey Pekar Name Story, lo único que vemos es al escritor divagando sobre la singularidad de su nombre. Fin. Cuatro páginas y cuarenta y ocho paneles en medio plano de un hombre malencarado, calvo, con arrugas, y con ligeros cambios de postura entre cuadros.

Mi amigo no quedó atrapado por la historia y, luego de discutir un poco, cambiamos de tema, pero me quedé pensando por qué es tan difícil encontrar lectores de American Splendor. Quizás a muchos pueda parecerles tonta la pregunta luego de saber de qué trata The Harvey Pekar Name Story, así que debo advertir que este artículo es para los que no lo piensan así.

La forma más fácil de acercarse a la obra de Pekar es a través de la adaptación cinematográfica de American Splendor, interpretada por Paul Giamatti. La maravilla de esta película es la complejidad con que logra presentar una historia tan sencilla. El tema es el mismo de los cómics: la complicada y simple vida de Pekar; su  rutina, su malestar y su coraje; su solitario pasado, su difícil presente y su temible futuro; las personas que lo rodean y las historias que escribe sobre ellos.

Pekar no actúa de manera heroica ni busca sacrificarse por el bien común, y es difícil pensar que en algún momento de la película logra alcanzar una especie de iluminación o catarsis, incluso cuando lo vemos luchando contra el cáncer linfático. Su fuerza y motivación le fallan a cada momento y cualquier logro obtenido se ve opacado por el inevitable retorno a su decadente rutina.

Podemos delinear el argumento de la película como un montón de quejas existenciales de su autor, y aunque esto es cierto, también es verdad que se trata del testimonio de un hombre que no solamente busca ser entendido, sino que desea entender la vida. Muchas de las escenas de la película están basadas en distintas historias del cómic (incluso hay una basada en The Harvey Pekar Name Story), y de cierta forma la cinta es la culminación de una trama que se había estado desarrollando por años en el cómic, y que había empezado muchos años atrás.

Pekar decía que en su carrera había vivido dos milagros que cambiaron su vida: la adaptación cinematográfica de sus historias y, principalmente, haber conocido a Robert Crumb. En 1962, un fanático del jazz presentó a los dos artistas (ambos coleccionistas de vinilos) y pronto surgió una amistad bastante productiva. Crumb enseñó su trabajo a Pekar y éste quedó impresionado por la capacidad del medio. Fue entonces que decidió hacer el boceto de una historia y se la enseñó a Crumb, quien vio suficiente potencial en ella como para ofrecerse a ilustrarla él mismo.

Así nació American Splendor, que luego de Crumb sería ilustrado por un gran número de artistas. La serie obtuvo un gran reconocimiento (debido, en gran parte, al apoyo y colaboración de Crumb), pero nunca fue un éxito de ventas, y desde la publicación del primer número en 1976, Pekar se vio obligado a gastar una suma considerable de su miserable sueldo de archivista en la producción del cómic.

Fue hasta que Harvey conoció a Joyce, su tercera esposa, que empezó a ganar algo de dinero extra. Era la década de los 80 y la creciente fama del escritor lo llevó varias veces a ser invitado al programa de David Letterman. Sus apariciones en dicho programa eran tan peculiares que incluso parecían actuadas, debido a que la brutal franqueza de Pekar siempre chocaba con el sarcasmo insufrible de su anfitrión. Y esto terminó cuando el autor, aprovechando una invitación al programa, protestó contra la compañía General Electric, dueña del canal NBC. Letterman, conocido por insultar a sus invitados como parte de su rutina cómica, reaccionó de manera hostil contra Pekar, quien, a pesar de haber sido vetado del programa, regresó en dos ocasiones más.

En 1990, a Pekar se le diagnosticó cáncer linfático. El trágico incidente lo llevó a crear una de sus obras más importantes: Our Cancer Year, una novela gráfica en la que, apoyado por su esposa y el artista Frank Stack, retrata su lucha contra la enfermedad. Pekar comienza su testimonio con las siguientes palabras: Ésta es la historia de un año en el que alguien estaba enfermo; también es la historia de una época en la que parecía que todo el mundo estaba enfermo. Y es que si para Pekar la vida representaba una lucha constante, el diagnóstico de cáncer bien pudo significar su derrota. Incluso hay una escena de la película en la que, luego de enterarse del linfoma, Pekar le dice a Joyce que quiere darse por vencido, y de ese momento surge la idea de documentar este terrible episodio de su vida al que, afortunadamente, logró sobrevivir.

En el 2001, luego de treinta y cinco años de trabajar como archivista en un hospital de Cleveland, Harvey Pekar se jubiló, poniéndole fin a una rutina que nunca disfrutó de verdad. De hecho fue en este lugar donde nacieron muchas de las historias de American Splendor. Me gusta pensar que todo el tiempo estaba atento a las conversaciones de la gente, a sus movimientos, a sus gestos y a su apariencia física, y que de algún modo su aburrido trabajo fue una excusa para recopilar material.

Todo lo que he mencionado aparece en la película, pero no quiere decir que ésta pueda sustituir de ninguna forma a los cómics en que se basó. A mi parecer, el mejor trabajo de Pekar es la novela gráfica titulada The Quitter, publicada en el 2005, que nos muestra su triste infancia en un barrio de Cleveland, aprendiendo lecciones de vida a base de golpizas y de consejos inservibles de una madre sumisa. A lo largo de la historia vemos a Harvey crecer como una persona insegura que busca la aceptación de quienes lo rodean, pero que, al mismo tiempo, siempre aleja a quienes más le importan.

The Quitter, que en español fue traducida como El derrotista, se titula de esta manera precisamente por el miedo que siente Pekar a comprometerse en cuerpo y alma. Y lo trágico es que él no era una persona incompetente, sino que era tan perfeccionista que prefería renunciar antes que quedar inconforme con lo que hacía. Irónicamente, al final quedó atado a dos trabajos (totalmente opuestos entre sí) que le ocuparían casi toda su vida adulta: archivar papeles y escribir cómics. De cierta manera, The Quitter es una precuela de American Splendor, pues en ella vemos cómo Harvey llegó a ser la persona tan humanamente difícil que vemos en la película.

Ésta es la obra de Harvey Pekar, y pienso que cualquier lector de cómics la puede disfrutar. El amigo que mencioné al principio se sorprendió al ver un cómic tan simple (en sus propias palabras), comparado con los cómics de superhéroes. Y con esto no pretendo hacer ni la apología de uno ni el ataque hacia el otro, pues debo decir que también defiendo a capa y espada un buen cómic de superhéroes. Sinceramente creo que, en manos de ciertos escritores y artistas, los cómics han logrado crear una mitología moderna tan bien definida que no podemos encontrar algo parecido ni siquiera en la literatura de nuestros días. Pero también creo que los verdaderos logros de los superhéroes son espirituales. Harvey no leía cómics de superhéroes, es verdad, pero en American Splendor se encuentra latente la idea de que cada día es una lucha, y que, como él, somos los héroes de nuestras propias historias.

 

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